miércoles, 25 de agosto de 2010

La felicidad no la da el dinero

La frase “el dinero no hace la felicidad” tiene profundas raíces que se pierden en el tiempo y en muchas ocasiones la repetimos sin saber a ciencia cierta si tiene un basamento científico o es sabiduría popular.


Si bien con el dinero podemos adquirir lo que deseemos, ir donde queramos e incluso a veces podemos convertirnos en la persona que decidamos; un curioso estudio realizado recientemente afirma que el dinero conlleva a una mayor satisfacción pero no provoca más felicidad.
A esta conclusión arribaron algunos investigadores de la Universidad de Liege en Bélgica que se propusieron verificar si es cierto que las personas que viven en casas lujosas, que visitan los mejores restaurantes y que reciben los regalos más caros; se les hace difícil saborear las cosas más simples de la vida.

En la investigación tomaron parte 374 personas adultas, de edades entre los 21 y los 89 años, todos trabajadores de la universidad que ocupaban desde los puestos más sencillos relacionados con la limpieza hasta los puestos directivos. Cada persona debió completar un cuestionario donde explicaba cuánto ganaba, cuánto ahorraban, sus actitudes hacia el dinero y su nivel de satisfacción cuando experimentaban emociones como la gratitud, la alegría o la excitación durante las experiencias desafiantes.

Los primeros resultados de los cuestionarios mostraron que las personas más ricas también reconocían que disfrutaban menos las emociones de la vida y que el dinero minaba su felicidad.

Posteriormente los voluntarios fueron asignados al azar a dos grupos. A las personas de uno de los subgrupos se les mostró una imagen del dinero como un recordatorio de la riqueza mientras que a las personas del segundo subgrupo se les mostró la misma imagen solo que ésta era borrosa y difícilmente reconocible, al menos de manera consciente.

Después de este recordatorio, los voluntarios llenaron otros cuestionarios especialmente diseñados para evaluar la habilidad para saborear las experiencias placenteras. Los resultados no dejaron lugar a dudas, las personas que vieron en un nivel consciente la imagen del dinero puntuaron más bajo en el disfrute de las experiencias.

La segunda prueba fue aún más inquietante: a 40 estudiantes de la University British Columbia se les mostró una fotografía del dinero y una imagen neutra y posteriormente se les brindó un pedazo de chocolate para comer. Dos observadores externos medían cuánto tiempo las personas empleaban en ingerir el chocolate y debían evaluar, según su percepción externa, cuánto parecían degustar el chocolate. ¿Los resultados?

Las personas que fueron expuestas a la imagen del dinero saborearon el chocolate por 32 segundos como media mientras que aquellos que vieron una imagen neutra se demoraron 45 segundos y parecían disfrutar mucho más de su gusto.

Los investigadores concluyeron que el dinero, o la sola activación de su recuerdo, inhibe la capacidad de disfrutar plenamente de los pequeños placeres de la vida. ¿Por qué? Estos científicos adoptan la teoría de la adaptación hedónica según la cual elevadas y continuadas dosis de placer disminuiría la capacidad de degustar los pequeños placeres cotidianos. Según estos investigadores, la posibilidad de las personas de adelantar los placeres en la imaginación tendría efectos similares, al menos momentáneamente.

Así, una vez más la sabiduría popular viene comprobada científicamente: “el dinero no hace la felicidad”; lo cual puede conducir a pensar que la falsa opulencia en la cual se ve inmersa la mayor parte de la sociedad occidental se convierte en un espejo que impide disfrutar de los pequeños y sencillos placeres de la vida.

Fuentes: Rincón de psicología
Quoidbach, J. et. Al. (2010) Money giveth, money taketh away: the dual effect of wealth on happiness. Psychological Science; 21(6):759-63.

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